En derecho penal, aquellas circunstancias que cualifican el tipo o figura penal, ya sea agravandolo o atenuandolo, según el caso.
Uno de los postulados del derecho penal liberal es que la pena debe ser proporcional al delito cometido. De allí que sea menester arbitrar los medios necesarios que otorguen al magistrado una sensible libertad para la imposición de la pena atendiendo a las circunstancias particulares de cada caso en cuestión. Desde un punto de vista técnico jurídico, los códigos penales han seguido dos orientaciones, determinando de manera exhaustiva y taxativa las circunstancias atenuantes o agravantes, ya sea en general o respecto de cada delito en particular, o bien elaborando un sistema que permita al juez una determinada amplitud de movimientos en la apreciación de las mismas. En lo que respecta al primer sistema ha sido severamente criticado, puesto que la imaginación mas brillante no podría abarcar los supuestos que la realidad ofrece con el consiguiente peligro de caer en un casuismo absurdo, así por ejemplo, el del viejo código penal español que preveía veintidos supuestos. El segundo sistema es el adoptado por casi todos los códigos modernos, ofreciendo al juez un marco de posibilidades entre las que puede desenvolverse con cierta amplitud.
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