Aunque suele utilizarse este término como equivalente al patrocinio, sus precedentes históricos y sus rasgos funcionales pueden singularizarlo. En este sentido, el mecenazgo actual no pretende, como el de épocas ya muy pretéritas, apropiarse de la obra de arte patrocinada, sino que sólo aspira a ponerla a disposición del público. Pero el mecenas no sólo promueve la actividad artística, sino que también aspira a configurarla. Se habla de mecenazgo organizacional para referirse al que sustituye al personal o individual, de raíces históricas. Entre sus formas actuales de manifestación, está la donación o préstamo de una colección a un museo que financia una exposición; o bien la concesión de una bolsa de dinero a un artista o grupo de ellos, haciendo valer un nombre o una marca. El mecenazgo, como actividad proteccionista de la cultura, corresponde en primer término al Estado. Y, en esta línea, podrá decirse que una de las finalidades del mecenazgo estatal sería el fomento del patrocinio.
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