La finalidad se vincula al problema de la causa, que tiene largo desarrollo filosófico-jurídico. Ya Aristóteles distinguía las causas formal, material, eficiente y final. La causa formal determinaba la materia para del algo, en tanto la causa material implicaba el sustrato, la condición necesaria para que ese algo fuese lo que era. Las causas eficiente y final pertenecían al devenir: la causa eficiente, como agente que daba lugar al acto; la causa final, significando el porque de ese acto. Es clásico el ejemplo de la estatua: causa formal es la idea del escultor (responde a ?como?); causa material, el mármol con el cual se la construye(?de que"); causa eficiente, el escultor mismo(?quien?), ?que?); causa final, el propósito determinante de su obra (?para que?).
La formulación aristotelica entronca, a su vez, con la de santo tomas de Aquino.
A partir del renacimiento la ciencia moderna desarrolla en especial la noción de causa eficiente, en la que subsume el concepto de causa. Esta misma causa eficiente (o motora, o fuente) es también relevante para el derecho; así, los ordenamientos civiles suelen establecer enfáticamente que "no hay obligación sin causa".
Se discute arduamente, en cambio, si la causa fin, o causa final, es o no un elemento de la obligación, o si lo es o no del acto jurídico generador.
F. Causa.
Fin del proceso de ejecución | | | Finalismo de la acción |