La contabilidad es muy antigua. Ella ha sido practicada por los romanos (Codex accepti et depensi; que era una especie de libro de caja). A partir de la edad media los métodos contables se desarrollaron y fueron objeto de estudios científicos.
Sin embargo, hasta el siglo XIV los comerciantes se limitaban a tener una cuenta de caja y las cuentas de sus clientes y proveedores. Esta contabilidad se llamaba de partida simple porque
las operaciones se inscribian generalmente en una sola cuenta
(partida).
No era satisfactoria: por una parte, todas las operaciones inscriptas en el libro diario, por ejemplo, las operaciones al contado, no eran inscriptas en una cuenta y no había control recíproco entre el libro diario y el libro de cuentas (libro mayor); por otra parte, las operaciones eran inscriptas en una sola cuenta y no había control interno entre las cuentas; en fin, fuera de la caja, el comerciante no conocía, a cada instante, la situación de los elementos de su patrimonio y de sus servicios, por ejemplo, sus existencias, sus máquinas, etcétera.
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