Es todo mensaje publicitario que induce al receptor de aquél a creer que refleja la opinión, creencia o experiencia de una persona, distinta del anunciante, cuya voz, palabras escritas o imagen aparecen presentando el producto o servicio. Así como esta forma de publicidad está comúnmente admitida, se considera prohibida para los productos farmacéuticos. Incluso se ha llegado a prohibir la publicidad que, no siendo estrictamente testimonial, se sitúa cerca de ella: la presentación de un fármaco por una persona famosa aunque no exprese su experiencia favorable al producto. Lo expuesto es igualmente aplicable a la llamada publicidad irracional, que es la dirigida a suscitar el miedo o el temor.
Ley general de Publicidad, artículo 8.
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