Es la conducta progresivamente generalizada de la banca consistente en actuar más como comisionista entre ahorradores e inversores, que como intermediario en el mercado del crédito cobrando en operaciones activas más de lo que pagaba en las pasivas. En definitiva, la banca se aleja de las operaciones activas y del riesgo que implican. Para ello, utiliza nuevos instrumentos monetarios y financieros, ampliando los cauces a través de los cuales se conecta el ahorro y la inversión con las unidades productivas demandantes de fondos; y todo ello, a un coste menor que el correspondiente a la tradicional intermediación bancaria. Así, por ejemplo, transmite a terceros los créditos derivados de operaciones activas no vencidas.
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