Al igual que el balance de toda empresa, comprende, con la debida separación, los bienes y derechos que forman el activo, y las obligaciones y deudas que integran el pasivo, con expresa referencia a los fondos propios y debiendo existir una correspondencia entre el balance de cierre de un ejercicio y el balance de apertura del ejercicio siguiente. El esquema del balance societario divide el activo en tres grupos de partidas: accionistas por desembolsos no exigidos, inmovilizado y activo circulante; el pasivo está dividido en cuatro grupos de partidas: fondos propios, provisiones para riesgos y gastos, acreedores a largo plazo, y acreedores a corto plazo. Varias de estas partidas se desglosan preceptivamente, pudiendo realizarse subdivisiones más detalladas o añadirse partidas no contempladas en la ley.
Código de comercio, artículo 35. Ley de Sociedades Anónimas, artículo 175.
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