Antiguamente, cuando uno de los cónyuges iniciaba o se disponía a iniciar la acción de divorcio, la primera medida que adoptaba era salir del hogar conyugal. Por lo común era la mujer la que lo hacía y para justificar su actitud pedía su depósito en casa honesta, según expresión arcaica. Pero hoy las cosas suceden de otro modo.
El problema de la vivienda en las grandes ciudades es tan grave, que la mayor parte de los juicios se inicia manteniéndose la
convivencia en la misma casa; y casi siempre, en el primer escrito, se pide la exclusión del otro cónyuge del hogar.
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